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Nieves Pérez Calero

comunicación humana

Añoranza del ritual perdido

Añoranza del ritual perdido

La primera sesión de cine de la historia fue promovida por los hermanos Lumiére tras varios años de investigación con su nuevo instrumento y habiendo filmado más de un centenar de películas. Les costó colocar el cartel pero por fin lo consiguieron hacer en un pequeño local con cierto estilo oriental, conocido como el Salón Indio del Gran Café del Boulevard de los Capuchinos. Al estreno sólo asistieron 35 personas pero la voz se corrió tan pronto que el local se llenó hasta los topes el segundo día. Se proyectó un total de 10 cortometrajes en los que quedaban reflejados distintos pasajes de la vida en la Francia sumergida en plena época industrial.

Desde entonces, el interés por el cine ha ido creciendo de manera vertiginosa y se ha convertido en una forma de creación cultural que ha pasado por diversas fases. En la actualidad, el cine se ha sustituido en gran medida por los D.v.d. Hay quien se “baja” las pelis de alguna que otra página de internet de forma gratuita o hace otras trampas… Las causas son diversas, desde el encarecimiento de las sesiones, hasta la, cada vez, más degradada calidad de las producciones, que tras un argumento flojo y con una buena promoción, venden sus films como lo hacen los churreros los domingos en cualquier pueblo. Aunque, aún se hace buenas cintas,  cada vez resulta más complicado encontrarlas.  

Lo que también se va perdiendo es ese ritual de “ir al cine”. En épocas anteriores esa forma de ocio comenzaba con el placer de rastrear la cartelera. El quedar con alguien o contigo misma/o. Salir de casa cómoda/o pero adecuada/o al evento. Buscar el argumento perfecto para elegir el film: “he leído una crítica que me ha dado muy buena espina”… Ocupar tu asiento en una butaca perfecta hecha para el relax pero sin provocar el sueño. Para algunos el momento palomitas es otro de los placeres a disfrutar (llevadas desde casa son menos calóricas y, por supuesto, más baratas). El murmullo del público. Y se hace la oscuridad que da paso a una melódica canción que indica que el espectáculo está a punto de comenzar. La chica de la antorcha puede que ya no ocupe su lugar y el león ya no ruge como antes, pero la emoción sigue patente en muchos espectadores. Una de las partes más amenas puede llegar con la post visión de la película porque si se va acompañada/o, además, se tiene asegurado el análisis posterior en la mesa de un bar, ya que siempre existe algún detalle digno de comentar.

Lo mona que resulta la empatía

Lo mona que resulta la empatía

Si a partir de ahora le dicen algo así como: “eres más generoso que un mono”. No se sienta ofendido u ofendida. Tiene que saber que un nuevo estudio efectuado por el Centro nacional de investigaciones Yerkes ha demostrado que los chimpancés sí son altruistas. Una cualidad que venía otorgándose a la evolución de los seres humanos desde que ésta se iniciara hace la friolera de 6 millones de años.

Hoy se sabe que en ese 99% de afínidad que presentamos con los chimpancés, también se encuentra este atributo. Aunque todos conocemos a alguien que parece no haberlo heredado.

Anteriormente, se habían hecho investigaciones que aseguraban lo contrario, es decir, que estos primates iban a lo suyo. Pero, la cuestión no radicaba en su comportamiento sino en la forma de esos estudios, los cuales utilizaban pruebas y aparatos inadecuados.

En este último, como casi en todos, se han utilizado a hembras adultas. Y no voy a entrar en el porqué … Sólo diré que eran un total de siete y que tenían que elegir entre dos acciones similares. Una de las opciones premiaba a la participante y a su compañera.  Y éstas, eran tan monas que casi siempre optaban por las fichas de colores que les permitían intercambiarlas por comida para ella y para su amiga, allí presente.

Sólo se negaban a ello cuando se armaba un jaleo insoportable. Y es que por lo visto no les gusta sentirse coaccionadas. Cuando las compis alborotaban para hacer notar su presencia o escupían agua, las participantes se negaban a compartir. Lo cual demuestra, que su generosidad es espontánea y no está sujeta a ningún tipo de interés o coerción.

Después de leer esto más de uno y de una se preguntará si la condición de político/a aleja al ser humano de la naturaleza de la que procedemos.

 

El arrumaco del alma

El arrumaco del alma

Dicen que somos el único animal capaz de reírse pero a mí me cuesta creerlo. La razón de esa sinrazón es nuestro egocentrismo. El tradicional error que nos hace pensar que somos el ombligo del mundo. Y así va el planeta…

La risa es una caricia para el alma. Para la nuestra y para el que la mira. Ya sé que hay quién diría que depende de la sonrisa que se contemple, porque si es la del “risitas”… ;)

Dicen que hasta en el seno materno somos capaces de sonreír. En el primer mundo, un niño se ríe unas 300 veces al día, un adulto sólo de 15 a 100. Y es que hay personas que parece que por la mañana han chupado un limón y permanecen con esa cara durante todo el día. Para mí son dignos de lástima.

La risa es un buen medicamento. Según los especialistas no tiene efectos secundarios y cura. Existen mil y una historias de gentes que se han curado con la risoterapia.

La risa cura la depresión, la falta de autoestima, el insomnio, los dolores de cabeza, fortalece el corazón, facilita la digestión, mejora la respiración, adelgaza (tres minutos de risa intensa equivalen a diez de remar enérgicamente), reduce la presión arterial, evita el estreñimiento, estimula el bazo, relaja los músculos (un minuto de risa diario equivale a 45 minutos de relajación) y los tonifica,…..

Y es que cualquier tema puede tratarse con humor y todo depende del cristal con que se mire cada situación. Y ahora en rebajas, es aún más barato. Por lo que armémonos de valor y hagamos una reforma interiorista.

Si la risa es algo tan bueno, fácil y barato, ¿Por qué la gente se ríe tan poco? La situación será la misma, pero, sin duda, más agradable.