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Nieves Pérez Calero

Las agujas del reloj en femenino

Las agujas del reloj en femenino

 

Se llama Carmen Cotán y es relojera. No ha cumplido los 30 y ya lleva 10 en este sector. Toda una década que ha dedicado a convertirse  en una experta en la maquinaria de esos aparatos que miden habitualmente el tiempo de nuestro día a día.

Y es que ser relojera es toda una dedicación, ya que no existen escuelas que enseñen. El manejo de este oficio es fruto del empeño personal, de la transmisión de conocimientos de técnico a técnico y del estudio autodidacta.

Carmen cursó una formación profesional de administración pero la vida le trajo un regalo de la mano de un primo que se enteró de una vacante en una afamada relojería sevillana. “No fue por tradición familiar, sino por pura casualidad. Me metí sin saber nada y desde entonces, no quiero parar de aprender”. Y es que a Carmen le encanta su trabajo, tanto de cara al público como en las dependencias internas del taller.

Allí maneja con precisión todas las herramientas que necesita: lentes de aumento, pinzas, desarmadores, troqueladoras, etc. Con ellas, consigue desmontar un reloj para poco después, dejarlo como nuevo.

Nuestra joven técnico nos cuenta que el trabajo de una relojera se ha visto aquejado por los actuales mecanismos y elementos electrónicos que componen los nuevos relojes, los cuales no sólo han simplificado su funcionamiento y han reducido sus costos, sino también su tiempo de vida útil convirtiéndolos en accesorios desechables. Pero, afortunadamente, aún hay quienes prefieren los relojes mecánicos y los considera piezas de joyería dignos de ser heredados.

Esta relojera recuerda que al principio de su andadura en este sector, se percató de cierta reticencia que provenía de algún que otro cliente a que ella tocara su valioso reloj, pero después la clientela se dio cuenta de que Carmen era tan profesional como el que más y de que conoce a la perfección el funcionamiento y composición de los mecanismos que conforman estos artilugios, y, pronto, esos perjuicios dejaron de formar parte de su vida laboral.

 

Dado que cada vez se comercializan más relojes de “usar y tirar”, explica Carmen, la reparación de éstos se ha reducido y la mayor demanda de trabajo consiste en la reparación de extensibles, correas, cambio de baterías, y algún ajuste rápido como mantenimiento básico.

De sus 16 compañeros, sólo 4 son mujeres que no llegan a los 40 años de edad. Es sólo una muestra más de que cada vez son más las señoras que copan las profesiones consideradas tradicionalmente como masculinas y que deciden dedicarse a lo que ellas desean.

 

 

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