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Nieves Pérez Calero

La necesaria visión de género para una ayuda humanitaria de calidad

La necesaria visión de género para una ayuda humanitaria de calidad

Hoy por hoy la realización de actuaciones humanitarias sensibles al género sigue siendo un desafío. En la actualidad, las desigualdades se construyen y articulan a través de los canales de socialización y son legitimadas con mecanismos de control, dentro y desde un sistema social que genera roles diferenciados para mujeres, niñas, hombres y niños, haciendo que de ellos y ellas se esperen ciertos comportamientos que, a menudo, sesgan sus derechos y libertades y merman su calidad de vida e incluso la anulan.

Aunque en todos los ámbitos y contextos esta situación ha de salvarse, hoy nos acercamos a las organizaciones que ofrecen ayuda humanitaria y desde las que se hace un llamamiento a la necesaria  introducción de una disposición y planificación de forma consciente para cada obra, en las que se salven las diferencias y desigualdades a las que se enfrentan mujeres y hombres en todos los ciclos y todas las esferas de la vida.

Tres trabajadoras de este sector que han luchado por salvaguardar las vidas de muchas personas con graves problemas vitales, nos han dado su punto de vista.

Se llama Ana Urgoiti. Es experta en derecho internacional y en género y desarrollo. Ha trabajado con el Movimiento Internacional de la Cruz Roja y la Media Luna Roja. Sus principales campos son la formación, la planificación y la evaluación. Comenzó su andadura como voluntaria y ahora realiza consultorías en temas de género para la oficina humanitaria de la Unión Europea, entre otras cosas. Es una de las autoras del Cuaderno de campo promovido por la Agencia Andaluza de Cooperación Internacional para el Desarrollo. Ella se define como cuidadora, chófer, cocinera… una madre que trabaja dentro y fuera de casa, ahora freelancer, que lucha por los derechos de las mujeres en todo el mundo.

¿Por qué es necesaria una visión de género en la Acción Humanitaria?

Bueno, entre otras muchas cosas, las mujeres son el grupo beneficiario dominante. Los seres humanos tenemos distintos intereses, capacidades y necesidades. Esto se ve no sólo en el sexo, sino también en la edad, la etnia y el grupo socio cultural. En el momento del impacto de un cualquier desastre humanitario hay una necesidad que se muestra aún más debilitada por las situaciones previas que viven mujeres y niñas en ese contexto. 

¿Qué se presenta en el manual que has elaborado junto con otras y otros compañeros?

En el manual hay teoría, en el cuaderno hay práctica. En realidad se habla de dignidad y de derechos. La práctica no es tan bonita como la teoría. Trata más la excepción que la norma. En realidad sabemos que nos enfrentamos a una falta de compromiso por parte del personal a la hora de tratar el género como algo necesario. Eso es porque existe una falta de cultura organizacional.

¿A qué te refieres con que existe una falta de cultura organizacional?

Hay una cierta pereza a la hora de abordar este tema. Existen falsas concepciones de esto de trabajar el género. Hay mitos. No se sabe porque no se elaboran herramientas metodológicas  y manuales y no se llevan a cabo desde el punto de vista del género.

¿Cuáles son las principales pautas que proponéis?

El POAH (Programa operativo de Acción Humanitaria) exige un enfoque de género para la formulación, ejecución, seguimiento y evaluación de los proyectos humanitarios y ante situaciones de crisis. Estas van desde la participación de las mujeres en los espacios de toma de decisión y de gestión, hasta tenerlas en consideración como agentes activos del desarrollo. También se prevé la protección de las mujeres en situaciones de crisis y dar respuesta a las necesidades específicas y a los intereses estratégicos de éstas. Además, es preciso garantizar la protección de las mujeres contra la violencia de género, la explotación y el abuso sexual.  La identificación de las necesidades deben hacerse por sexo y edad y la promoción de las actuaciones deben suponer un empoderamiento de las mujeres, las niñas, los niños y de la comunidad en general.  Por otra parte, es importante añadir la identificación de los factores de influencia desde una perspectiva de género y asignar los recursos adecuados y necesarios para lograr estos fines.

¿Este manual se presenta a forma de receta?

No es una receta infalible. Es un compendio de resultados aprendidos desde la experiencia y el estudio continuado. Por lo tanto, es un documento vivo. Irá modificándose gracias a esas consultoras que habrán buscado en cada trabajador de Ayuda Humanitaria su experiencia, sus vivencias positivas y negativas para cada vez, trabajar mejor y dar mejores respuestas a todo tipo de circunstancias.

 

Entrevista a Christelle Boulanger

Esta francesa y ciudadana del mundo es diplomada en Relaciones Internacionales y especialista en derecho internacional humanitario. Durante 10 años trabajó para diversas ONG´s  en acción humanitaria con herramientas para la prevención y la atención a las víctimas de violencia sexual, particularmente en los conflictos y post-conflictos.  Desde hace dos años tiene una consultoría y además, trabaja con organizaciones locales en África y en América latina, entre otras cosas.

 

El camino ha sido largo y arduo, pero ¿aún queda mucho por conseguir en materia de género en las organizaciones humanitarias?

Empezamos a ponernos las gafas de género, aunque la graduación no es la adecuada aún. Hace 10 años que se ha puesto encima de la mesa y ya es hora de que se apliquen las premisas que conduzcan a tratar la Ayuda Humanitaria con perspectiva de género.

¿Por qué?

Porque es necesario para llevar a cabo una labor efectiva.

¿Cuáles son las principales trabas que os habéis encontrado?

Actualmente, el tratamiento de las acciones humanitarias desde el punto de vista del género sigue siendo una lucha. Existen debates culturales dentro de las organizaciones alrededor del aborto, la ablación, etc. Hay una cierta resistencia porque no es fácil, hay que tener en cuenta no solo la cultura organizativa de cada institución sino también del lugar en el que se actúa, las personas que trabajan y a las que van dirigidas esas acciones.

¿Cómo se puede realizar una labor humanitaria con visión de género?

Es necesario un movimiento de despertar y de pensar que no se llega a un espacio virgen cuando se actúa. Se debe hacer un diagnóstico de género. La organización debe llegar y mirar el contexto en el que va a actuar. De esta forma, se detiene y aplica las estrategias que se han preparado. Y se deben apoyar en las mujeres de la zona, no sólo ayudarlas, sino contar con ellas para saber qué necesitan, cómo conseguirlo y hacerlas partícipe de las soluciones y de las actuaciones. Después, es necesario hacer un examen sobre cuál ha sido el impacto de intervención sobre el género. Echamos en falta estrategias de este tipo en las organizaciones.

Entrevista a Almudena Moreno

Es responsable autonómica del Plan de Cooperación Internacional de la Cruz Roja Española en Andalucía. Es experta en género y ha trabajado como Delegada de Desarrollo comunitario de Cruz Roja Española en Bolivia. También fue jefa del equipo del Grupo de Intervención psicosocial de Emergencia en el Terremoto de Chile de 2010. En España ha trabajado con la Cruz Roja con mujeres víctimas de violencia de género y en la unidad móvil socio sanitaria para mujeres que ejercen la prostitución. Actualmente se autodefine como una feminista en una organización de siglo y medio.

Hace una década que se ha puesto sobre la palestra la visión de género en la Ayuda Humanitaria. Este año se plasma con dos publicaciones. ¿Cómo ves el camino hacia la igualdad en esta temática?

Se van viendo avances. Por ejemplo, mi organización ha preparado una nueva estrategia en la que se va a poner el énfasis en que salvar vidas y recuperar los medios de subsistencia no se puede realizar sin perspectiva de género. Hablamos de una organización de 187 países que afronta un reto de cambio y transformación con perspectiva de género. Se trata de una promesa de género en los que estos 187 países se unen para trabajar el género desde dentro, no sólo a través de la intervención. Se quiere cambiar la mirada desde dentro hacia afuera.

Cuéntanos cómo ha llegado ese reto y qué consecuencias puede tener.

Hablamos de dignidad y de protección. Las mujeres son un sector muy vulnerable y vulnerado. El marco jurídico internacional es muy amplio y nos sirve de referencia para abordar este tema. Hay que aclarar que las mujeres no son vulnerables per se, es la situación la que la hacer más vulnerable. Unir el tema de género a la diversidad es clave. Por ejemplo, la discapacidad con el género supone una doble vulnerabilidad a los ataques y a la discriminación.

¿Cuáles son los puntos más acuciantes a tratar actualmente?

La imparcialidad, la humanidad y la neutralidad. El género es una categoría de discriminación. Aliviar y prevenir el sufrimiento humano es nuestra misión. Pero hay que llevarlo a cabo visibilizando a esas personas. Hay que crear entornos seguros. Hay mujeres y niñas, que por su condición de féminas no son enseñadas a nadar o a escalar y no tienen la oportunidad de salvarse de un desastre natural como un tsunami. Hay muchas cosas que debemos tener en cuenta desde el punto de vista del género para que nuestro trabajo de ayuda humanitaria sea más efectivo y no produzca daños colaterales.

 

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