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Nieves Pérez Calero

La tv del futuro

La televisión en el 2010, un futuro por descubrir

  Al mirar hacia atrás, nos damos cuenta de que en España, como en Europa, la televisión surgía como un medio gratuito y público, lo cual justificaba una estricta administración estatal. Pronto, la televisión se convirtió en un objeto cotidiano en todos los hogares. La publicidad descubrió una forma de incurrir en las vidas de sus clientes. Con la llegada de  las cadenas privadas comienza una pugna por las audiencias y es así como surge la programación comercial y la saturación publicitaria. Las primeras emisiones comenzaron en el año 1956. Según el estudio Delphi , los cambios políticos, económicos y culturales cursados en nuestro país durante la transición democrática han sido decisivos para la modernización mediática española.En el entorno político se garantizó la libertad de prensa y la pluralidad de la información. Al mismo tiempo, se producía una transformación que favorecía la renovación de contenidos y la oferta televisiva. La mejora de la capacidad adquisitiva y la distribución de la renta viabilizó el afianzamiento de un mercado publicitario, unas de las principales fuentes de financiación televisiva. El ingreso de España en la Unión Europea supuso una mutación sociocultural y económica en nuestra sociedad. La referencia legislativa en materia audiovisual venía de la mano del marco creado por la U. E. Los cambios legislativos que acaecieron en pocos años favorecieron la aparición de una oferta variada de televisión analógica. Esto, además de dinamizar el sector, favoreció el aumento del pluralismo y su influencia sobre la profesionalización del medio.En la década de los noventa aparecieron la difusión por cable, por vía satélite y por ondas terrestres. Actualmente, emerge la televisión vía ADSL y la tecnología móvil 3G comienza a dar sus primeros pasos. La legislación se pone en la bandeja negativa de la evolución de nuestros medios audiovisuales. El marco normativo español en esta materia tradicionalmente se ha caracterizado por ser fraccionado y confuso. No sólo se retrasa en dar una regulación homogénea y uniforme que se adapte a las nuevas condiciones de un escenario en el que convergen los medios de comunicación y las telecomunicaciones, sino que deja en una situación de alegalidad a las televisiones de ámbito local. En nuestro país la evolución del panorama audiovisual también ha estado caracterizado por cambios en el sector empresarial. La tendencia a la concentración ha sido una constante que se ha incrementado en los primeros años del siglo XXI.  En poco tiempo, los grandes grupos de comunicación españoles han aumentado su tamaño y facturación, poniendo de relieve su importancia en el conjunto del mercado. En la actualidad, la Televisión Digital Terrestre marca un hito histórico en la historia de los medios de comunicación. En pleno 2006 nos encontramos en la confluencia entre lo analógico y lo digital. Este paso desembocará en nuevos cambios empresariales, económicos y sociales. Lo analógico, aún existente, pasará a su inminente desaparición tras unos años de adaptación, dando paso a la tecnología de la era digital de la televisión. La televisión digital viene cargada de grandes promesas que plantean cambios televisivos. Se trata de una televisión con una gran oferta de canales  y una mejor calidad en la señal de imagen y sonido, con otras ventajas añadidas. Seguirá siendo gratuita y sustituye a la todavía existente televisión analógica. Compite con las televisiones digitales que se emiten  a través de otros soportes (Satélite, cable, ADSL, Internet, etc). A pesar de que España haya sido uno de los tres países pioneros en abordar la normativa de la TDT, muchos expertos hablan del lento ritmo de implantación de la televisión digital terrestre en nuestro país.En 1998 se elaboró el Plan Tecnológico Nacional para la TDT.  En él se establecen las bases para la repartición del espectro y los plazos para la implantación de la misma. La televisión ha ejercido un impacto satisfactorio sobre la industria audiovisual y ha supuesto un factor de desarrollo para las productoras de contenidos en nuestro país. El nivel profesional ha mejorado notablemente, esto ha sido una consecuencia del incremento de la competencia en el sector audiovisual. Los operadores se han adaptado con relativa facilidad a rápidos cambios tecnológicos y los resultados con respecto al factor económico y tecnológico de la televisión han sido satisfactorios.

En España existen grandes grupos mediáticos que se conglomeran en estructuras empresariales complejas, cuyas participaciones o filiares son ajenas al sector de la comunicación.  Todo apunta a que en el futuro estas grandes empresas (Telefónica de Contenidos, Sogecable y RadioTelevisión Española, Vocento, Prisa, etc) continuarán consolidándose y creciendo gracias a su dominio del sector audiovisual y a su diversificación multisectorial.

Por otra parte, es muy probable que las pequeñas y medianas empresas, tales como Recoletos, Zeta, Godó, Voz o Prensa Ibérica, intenten competir con grandes esfuerzos contra sus rivales o bien tomen la decisión de dejarse absorber por los dominadores del escenario mediático español.

El pasado 3 de abril se daba el pistoletazo de salida al proceso de digitalización de todas las emisiones de televisión en España, con el propósito de que todas las señales convencionales desaparezcan y se conviertan en digitales antes del año 2010, fecha para la que se ha fijado el apagón analógico (el gobierno en un primer momento formuló el año 2012 como fecha límite de implantación).

En el 2005 se revisaba la normativa y se reformaba el marco del audiovisual con la aprobación del Plan de Impulso de la TDT, de Liberalización de la Televisión por Cable y del Fomento de la Pluralidad de Contenidos.

La televisión pública tiene asignado un rol de liderazgo para el desarrollo de la TDT. La ley otorga a RTVE la posibilidad de explotar ocho canales estatales y un multiplex de cobertura autonómica por cada Comunidad Autónoma.

Estas modificaciones legislativas supondrán la transformación gradual de los medios públicos estatales, la creación de un Consejo Audiovisual que  permita la vigilancia del correcto funcionamiento del ámbito audiovisual,  y la multiplicación de la oferta televisiva.

Entre los expertos se revela la falta de confianza que existe a la hora de pronosticar la eficiencia y la eficacia de un Consejo Audiovisual estatal. Este descrédito podría ser  producto de la tradicional falta de rigor en la aplicación de las leyes audiovisuales en nuestro país y de la falta de independencia de los medios de titularidad estatal. Conjuntamente con las repercusiones provocadas por los cambios legislativos, se encuentran los efectos derivados de los cambios tecnológicos. En España, la evolución tecnológica ha significado mucho más que la multiplicación de la capacidad del espacio radioeléctrico, la mejora de la imagen o la conversión de la televisión en un terminal con servicios interactivos, también ha permitido la diversificación de los sistemas de transmisión disponibles.

La TDT llega acompañada de un incremento del gasto de los hogares españoles en productos audiovisuales en lo referente a equipamientos, suscripciones, pagos por visión, etc. También existe un incremento en el nivel de penetración de la banda ancha. Según el estudio Delphi, se prevé que en el año 2010 el 43% de los españoles tengan banda ancha. Todo ello nos lleva a vaticinar que en un futuro reciente los hogares españoles se acercarán a la sociedad de la información a través de la televisión.

Los expertos aseguran que uno de los componentes más importantes que han limitado el desarrollo de los planes de negocio de los operadores Net TV y Veo TV, han sido la falta de tecnología adecuada en los hogares.

Del acceso a los nuevos equipos por parte de los usuarios españoles va a depender, en gran medida, la rápida implantación de la nueva televisión.

Como ya se ha adelantado anteriormente, el ámbito audiovisual ha cambiado su modo de regulación, y en la actualidad se basa en el funcionamiento del mercado y en su propia reglamentación.

Según el estudio prospectivo sobre el futuro de la televisión realizado por Arthur Andersen y la Facultad de Comunicación de la Universidad de Navarra, los cambios previstos en el panorama audiovisual tendrán como consecuencia nuevos modelos de negocio que favorecerán aún más la globalización, con un proceso “especialmente intensificado de internacionalización en Iberoamérica”. Esto impulsará la multiplicación de la oferta, sobre todo en canales temáticos o especializados.  Como derivación, los niveles de competencia irán aumentando al tiempo que se producirá un mayor grado de concentración.

Los contenidos ofrecidos, la posibilidad de combinar el servicio de televisión con el de telefonía y el acceso a Internet y el precio de la oferta comercial, serán factores relevantes que explicarán la cuota de mercado de los sistemas de difusión. De esta forma, se prevén acuerdos entre los operadores de telecomunicaciones y las televisiones digitales.

Aunque la televisión por satélite disfruta de una posición acomodada que viene por su adelantada aparición, su cuota de mercado se mantendrá en función de su capacidad para contratar  contenidos. Es decir, los canales de pago permanecerán según la capacidad que tengan para la contratación de los acontecimientos más relevantes, que suelen proceder de materias como el deporte y el cine.

Hay quien augura un futuro audiovisual en el que habrá una televisión para ricos y otra para pobres. Otros, comienzan a apostar por el futuro de la televisión en Internet.

Un nuevo soporte como la TDT, facilita una mayor oferta de canales de ámbito nacional, autonómico y local, con una mayor calidad de imagen y sonido, además de otras ventajas como la interactividad. Pero todas estas características no aseguran la mejora de los contenidos de las cadenas.

Éste es otro de los factores importantes a tener en cuenta. La cuota de mercado también irá en función de los contenidos, y éstos en función de la calidad y la diversidad de los mismos. Sin olvidarnos de la capacidad de su comercialización de manera conjunta con otros servicios como la telefonía e Internet, y fórmulas como el vídeo bajo petición.  

Las preferencias de los usuarios evolucionarán hacia contenidos específicos frente a los generalistas , que serán menos solicitados. Se prevé que los nuevos canales televisivos se centrarán en un determinado segmento del mercado, pero el producto estrella seguirá viniendo del cine y de los deportes. Siendo de carácter secundario la aparición de canales informativos, infantiles o culturales.

Aunque no se prevé un aumento del consumo televisivo, habrá una demanda más específica por parte de la audiencia. La competencia será más reñida, pues la tarta publicitaria y la de la audiencia serán las mismas, pero los canales serán más numerosos.

Saldrán al paso nuevas formas publicitarias y de marketing audiovisual que aprovechen la nuevas tecnologías y la interactividad que éstas ofrecen, tanto en los contenidos de programación como en productos y servicios.

La financiación de las cadenas procederá de la venta de derechos sobre contenidos, de fórmulas de acceso a contenidos de pago y del desarrollo de servicios interactivos. De hecho, hoy en día, los ingresos por mensajes SMS suponen una fuente de financiación alternativa en los medios audiovisuales.

La diferencia significativa que se va a producir en la transición de lo analógico a lo digital irá de la mano de un servicio de valor añadido. La imagen de marca y la diferenciación serán factores determinantes a la hora de que el consumidor elija su cadena de televisión. Dado el incremento de canales y soportes, habrá una demanda en la producción.

El telespectador será cada vez menos pasivo y aprenderá a utilizar todas las ventajas que ofrece la televisión digital, pasando de un mercado de oferta a un mercado de demanda.

Todos los cambios relatados, el incremento de la oferta audiovisual y la interactividad del medio televisivo, implicarán cambios en el consumo y en las formas de uso de la televisión. El comportamiento de los usuarios y la forma de acceder a los contenidos se irán modificando paulatinamente y estarán condicionados por variables culturales y económicas, lo que permitirá la explicación de la aparición de diferentes perfiles y variables.

Como ya se ha dicho, el aumento de las cantidades empleadas en la contratación de servicios de televisión y en la adquisición de equipos audiovisuales será evidente y de ello dependerá el futuro del audiovisual.

Todo hace suponer que el usuario pagará por el acceso a los contenidos, ya no lo hará por el acceso al medio. También se prevé que se haga un reparto entre el tiempo de consumo de servicios y otros de carácter interactivo.

Dentro del tiempo de consumo de televisión, se pronostica que se destinará mayor cantidad a los contenidos dirigidos a un determinado segmento del mercado, y un menor tiempo a los contenidos generalistas.

Por otra parte, se prevé una caída de la fidelización y el recurso de la autoprogramación será una tendencia habitual.

Muchos han sido los dechados que han mejorado el panorama audiovisual español desde sus inicios. La creación de los estudios universitarios de Comunicación Audiovisual constituye un ejemplo. Con ello, se ha procurado un nivel de capacitación alto de los profesionales del sector audiovisual.

 A pesar de que se pronostica que el éxito de las cadenas pasa por la oferta de unos contenidos de calidad, las dificultades económicas que muchas pueden atravesar en este tránsito,  puede desencadenar la búsqueda y creación de productos más económicos. Esto no sólo  repercutirá en el mismo producto audiovisual sino también en los actores de la producción. Lo cual puede degenerar en una precariedad laboral más acuciante que la vivida hoy por muchos profesionales de la comunicación.

Estos profesionales, cuyo prestigio ha bajado vertiginosamente en los últimos años, ayudado por los mismos medios de comunicación, tendrán que asumir, a su vez, un nuevo declive en su reputación si los empresarios mediáticos invierten poco en sus contenidos. La creación de obras con escasa o pésima calidad repercutirá en los trabajadores del sector negativamente.

Todo queda a la espera de una legislación más eficaz coronada por un ente vigilante, el Consejo Audiovisual Nacional, que consiga apartar lo más posible las influencias políticas y permita que el entorno audiovisual se desarrolle en pos de una sociedad mejor.