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Nieves Pérez Calero

El cable

El difícil camino del cable en Andalucía

Con la llegada de la Sociedad de la Información todos los países, entre ellos España, se han puesto manos a la obra para conseguir el despegue categórico en el camino de las telecomunicaciones. WAP, UMTS, DAB, las televisiones digitales y el cable, son términos que remiten a los nuevos soportes mediáticos de la comunicación.
De entre ellos y a pesar de sus muchas ventajas, el cable es el menos extendido en España y por ende, en Andalucía. Los más optimistas profesan que en 15 años esta situación habrá cambiado por completo. Y se apoyan en argumentos que explican que las infraestructuras que se están instalando en nuestro país corresponden a las de última generación, cosa que no ocurre en países europeos en los que el cable llegó mucho antes. Los datos ofrecidos por la Comisión del Mercado de las Telecomunicaciones, revelan que en España y por extensión, en Andalucía, la mayoría de los accesos instalados son híbridos, aunque existe un alto porcentaje de cableado de fibra óptica.
Está claro que las limitaciones técnicas del cable son incomparablemente menores a las de los satélites y a las de radiodifusión terrestre. Además, a partir de un solo soporte el usuario puede disfrutar de televisión digital, Internet y telefonía. Sin embargo, y a pesar de que incluso mejora la estética de los edificios y evita la emisión de ondas por prescindir de las antenas, sigue siendo el sector con menos implantación en los hogares andaluces. Sin que tampoco llegue a ser exitoso con el resto de los españoles.
Su gran inconveniente es su instalación y su actualización, las cuales resultan en ocasiones demasiado molestas y a veces hasta imposible, sobretodo en los cascos antiguos de las ciudades. El coste que supone el levantamiento de calles y la necesidad de que la casa del consumidor se encuentre cerca de una línea de cableado - ya que si no es así, no es factible la instalación - son substanciales trabas que encuentra este nuevo soporte para implantarse.
Para los que piensan que sólo es cuestión de zanjas, la fibra ópticaes el futuro y hará que el cable ascienda muy pronto a ser el rey de las telecomunicaciones.
Por otra parte, en el panorama actual español se halla desatada una contienda en la que el cable compite con el ADSL. La rivalizad existente entre los operadores de cable y los de telefonía pasa por ofrecer precios y prestaciones similares, y comparten la existencia de ciertas deficiencias peculiares a solucionar.
En torno a las grandes empresas de telecomunicaciones se encuentran las operadoras de cable en España. Las últimas modificaciones legislativas, la entrada de nuevos capitales en algunas empresas adjudicatarias, la renuncia de Telefónica a la implantación de redes de fibra óptica y el retraso tecnológico que arrastra España en comparación con otros países, son el contexto en el que se mueve la situación actual en nuestro país.
El negocio del cable se ha tildado de problemático a la hora de implantarse en el territorio español por la difícil amortización que conlleva y las altas inversiones que requiere. Ya que para que sea rentable el cable debe ofrecer los servicios de Internet, televisión y telefonía bajo el mismo soporte. Y en estos tres servicios la competencia resulta feroz.
Asimismo, estos sectores denuncian favoritismos y la imposibilidad de un plan lógico de implantación que les hace desembocar en la actual situación de “archipiélagos”. Y es que todavía, muchos ayuntamientos ponen trabas a la hora de permitir la instalación del cableado, por lo que su organización no es uniformemente ordenada. Es decir, no se expande hacia el extrarradio desde un núcleo, sino que lo hace a saltos.
La legislación establece la obligatoriedad de la existencia de demarcaciones para que el servicio de telecomunicaciones por cable se preste. La Ley 42/1995 modificada por la Ley 12/1997, establece que una demarcación corresponde al ámbito territorial continuo en el que un operador de cable puede prestar el servicio en los términos que establece la legislación. Entre dichas bases se encuentra la necesidad de que ésta comprenda una población que vaya desde los 50.000 habitantes, como mínimo, hasta los 2.000.000 como máximo. Actualmente, existen un total de 38 demarcaciones nacionales, lo que supone unos porcentajes del 87% sobre el total de la población y del 89,8% de las viviendas del Estado español. El servicio por cable es prestado mediante concesión administrativa que otorga el Ministerio de Fomento en cada demarcación, previa convocatoria por este de los oportunos concursos públicos. La otorgación de dichas demarcaciones no han estado exentas de polémica.
Dos empresas del cable se fraccionan todas las demarcaciones en las que está dividida Andalucía: Auna y ONO. La primera surge de la unión de Retevisión con Aunacable, formada por Madritel (Madrid), Menta (Cataluña), Able (Aragón), Canarias Telecom (Canarias) y Supercable (Andalucía). ONO, por su parte, es una de las mayores entidades de comunicaciones constituidas por banda ancha para particulares y una de las principales para empresas. Brinda sus servicios en Valencia, Alicante, Castellón, Murcia, Mallorca, Cantabria, Albacete, Lisboa, Oporto, Huelva y Cádiz. También presta servicios de voz y datos a empresas en todo el territorio español.
Andalucía se ha dividido en 9 demarcaciones para el cableado. Mientras que ONO ha sido agraciado con las demarcaciones de Andalucía IV, Puerto de Santa María, Cádiz y Huelva. Las de Almería, Sevilla, Andalucía I, Andalucía II, Andalucía III han sido concedidas a Auna.
ONO, a pesar de haberse propuesto para los concursos de demarcaciones andaluces, no ha conseguido evitar el aplastante éxito de Auna en esta región. Esta última ha conseguido la licencia para cablear al 95% de los municipios andaluces propuestos en el concurso. Esta cifra se traduce en cinco millones y medio de habitantes.
El cable en Andalucía se anuncia como una apuesta con futuro en la que cada vez se avistan más inversiones. Según Jose Carlos Serrano, Director General de Supercable Andalucía y vicepresidente de la Asociación de Operadores de Cable, en los próximos diez años se invertirán en Sevilla unos 900.000 millones de euros, que generará, a su vez, alrededor de 15.000 puestos de trabajo.
Por otra parte, según fuentes de El Mundo.es el cable en Andalucía podría convertirse en un monopolio próximamente, dado que Auna está negociando “cerrar la venta a Ono de la división de telefonía fija y cable”.
Pero, la sombra del ADSL acecha y vendrá en breve con fuerza incontenible. Pues llegan a España nuevas modalidades de conexión a la Red - ADSL2 y ADSL2+ - capaces de multiplicar varias veces la velocidad de navegación y descarga. El ADSL2+, que permite una velocidad de hasta 24 Mbps de bajada, hará que la competencia se endurezca aún más.
Aunque los planes de los cables operadores parece que se centran más en convertirse en el más directo competidor de las plataformas digitales por satélite, ya que la televisión digital terrestre no constituye un negocio peligroso para el mismo, puesto que no puede ofrecer el mismo servicio por el reducido ancho de banda que posee.
Concretamente, para Andalucía la propuesta que se oferta trata de una televisión de índole local pero al tiempo exportable, apartada del folklorismo. Dicha propuesta se decanta por la contratación de empresas mediáticas, como Canal Sur, que consigan esta línea de programación a la carta, que permita al usuario andaluz del cable elegir un servicio a su medida.
Sólo queda averiguar si la espiral de trabas políticas, administrativas y económicas en la que se mueven estas empresas quedará truncada pronto. Pues, si es verdad que casi no existe publicidad y promoción de este soporte para el público, también es cierto que la misma no ayudaría demasiado a su expansión, pues, como se ha dicho, la instalación de su infraestructura no sólo resulta engorrosa por el levantamiento de calles que requiere, sino por la prohibición de entes gubernamentales.
Es por ello, que se hace conveniente una regulación definitiva mediante un nuevo texto legislativo del sector del cable, que deje atrás las ambigüedades y las desigualdades competitivas que hoy sufren, recogiendo las peculiaridades que pueda tener cada comunidad.